El encuentro con mi arte y mecenas:
En aquel jardín que daba a la Plaza de San Marcos mi mecenas fundó la escuela para favorecer en su taller a jóvenes inclinados a la escultura y así le pidió a Ghirlandaio mandarle aquellos chicos para "formarlos de manera tal que me honren a mí y mi ciudad".
Ghirlandaio mandó varios muchachos, entre ellos a Francisco Granaccio y a mi, Miguel Angel Buonarrotti.
Pronto comencé a "picar piedra" y en una de esas me puse a imitar con un pedazo de mármol una cabeza antigua que representaba a un fauno viejo, todo arrugado al que le faltaba un pedazo de nariz y su boca reía.
Yo, que nunca había tocado el mármol ni cinceles, logré imitarla muy bien; casi perfectamente.

Lorenzo, mi mecenas, en uno de sus acostumbrados paseos por el jardín, miró la cabeza y "quedó pasmado", observando una cosa que no había en la cabeza antigua: la sonrisa.
Yo, en un golpe de inspiración, le había abierto la boca, hecho una lengua y puestos a la vista de todos los dientes.
Lorenzo, en son de burla afable, me dijo: "Deberías saber que los viejos no tienen nunca todos los dientes y que siempre les faltan algunos".
Habiéndose retirado "el Magnífico", le rompí un diente al fauno y le agujere la encía.
Lorenzo regresó al jardín, miró la cabeza del fauno y su dentadura incompleta y la encía lacerada, y "se echó a reír".
De allí en adelante recuerdo que mi mecenas contaba la anécdota muerto de la risa y pronto hizo de mi objeto de sus favores, otorgándome casa, comida y un salario de cinco escudos mensualmente.
Yo solo tenía 16 años de edad en ese entonces.
Mi mecenas:
Lorenzo de Médici (en italiano Lorenzo de´ Medici), también conocido como Lorenzo el Magnífico (Florencia, 1 de enero de 1449 - Careggi, 9 de abril de 1492). Príncipe de Florencia, mecenas de las artes, banquero, poeta y filósofo renacentista, pertenec

Para maestro en el jardín de escultura, Lorenzo contrató a Bertoldo, antiguo aprendiz del famoso escultor Donatello, quien a su vez fue aprendiz de Ghiberti, Bertoldo a pesar de su avanzada edad nos enseñó el arte de esculpir el mármol, entre ellos obviamente a mi, lo cual me dio las bases necesarias para revivir la escultura en Florencia.
Miguel Angel 2009