martes, 24 de junio de 2008

Los Normandos

Los Normandos

Bienvenido Forastero, mi nombre es Björn y trabajo como escriba para el rey. Mi señor, al que llaman el último de los vikingos, me ha enviado antes de morir, a relatarles la historia de mi pueblo.
Todo comenzó cuando los dioses tallaron en madera a los primeros hombres. Nos han llamado de muchas formas: normandos, varegos, ascomandi o rus.
Somos descendientes de los pueblos germanos que habitaban los gélidos territorios del norte Europeo, repletos de criaturas abominables, y escabrosos montes rodeadas por un vasto océano.
Debido a esto, desde tiempos remotos nuestra única manera de comunicarnos con el exterior ha sido el mar.
Nuestros poderosos Drakkars, navegaron soberanos por las frías e indomables aguas del norte, ganándose la reputación de los navíos más poderosos de los océanos. Durante siglos impusimos el terror en el corazón de los débiles campesinos europeos, quienes buscaron refugio en los señores feudales, sometiéndose ante ellos y convirtiéndose en simples peones.
En el año alrededor del 700 nuestros ancestros vieron la necesidad de embarcarse y expandir nuestras tierras,
La primera incursión de mi pueblo, hacia lo que ustedes conocen como Europa fue en el año 793, cuando una tripulación compuesta por los más valientes guerreros de nuestra raza, azotaron las desprotegidas costas de Britania, atacando a la pequeña isla de Lindisfarne.
Allí, se alzaba un monasterio, el cual era conocido por sus inigualables riquezas, abundantes alimentos y cobijos de calidad, además, los cobardes monjes que en aquel lugar habitaban, no eran diestros en el arte de la guerra, siendo no más que criaturas indefensas y despavoridas.
Y así con impunidad saqueamos los monasterios de Escocia, los monasterios de Jarrow y Monkwearmouth en la costa Inglesa y el monasterio de Inishboffin en Irlanda.
En el 800, después de tantos ataques a Britania, nos aventuramos hacia Francia, y navegamos por sus ríos, adentrándonos en el continente, por el Loira y sus alrededores.
En el 839, Turgeis, al mando de un ejército compuesto por los guerreros más valientes, conquista Irlanda y hace de esas tierras su hogar permanente. Funda dos años más tarde la magnifica ciudad de Dublín.
Ninguna ciudad pudo librarse de nuestra ira, en el 844, una de nuestras flotas llegó a Sevilla, una ciudad que se pensaba inalcanzable para nosotros y bastante segura. La “poderosa” Sevilla no duró más de un día bajo los ataques de nuestros feroces Berserkers y antes de medianoche se encontraba quemada y destruida hasta sus cimientos.
De la misma manera, uno de nuestros más valientes capitanes, Ragnar Lodbrok incursiona por el Sena para finalmente sitiar la capital francesa de Paris, un acto que demostró el poder y la valentía que nos fue otorgada por nuestros dioses. Tan grande fue la destrucción que causamos, que el mismo rey nos ofreció tributo a cambio de nuestra retirada. Fue esto lo que demostró a los campesinos que era imposible defenderse por si mismos ante nuestras feroces hordas, por lo que se refugiaron donde los más acaudalados, creándose lo que ustedes conocen como sistema feudal.
Esta proeza sería repetida 12 años después.
Así, con nuestro enorme poder reunimos una flota de 62 barcos, la mayor que se ha visto en Europa desde los tiempos de Aristóteles, y se emprendió una campaña con la cual se logró saquear toda la costa ibérica y las costas de Italia.
En el 860 por el Báltico, nos adentramos por los ríos para llegar finalmente al Mar Negro y al Mar Caspio, fundando en el camino las ciudades de Novgorod en 861 y en 863 la ciudad de Kiev. Estos compatriotas, llamados Rhus por los locales, son los que ustedes, conocen como Rusos.
Nuevas expediciones por estas rutas trataron sin éxito de saquear la majestuosa ciudad de Constantinopla.
Pero no nos limitamos sólo al que ustedes llaman “el viejo mundo” sino que exploramos las inhóspitas tierras de Groenlandia, Islandia y lo que ustedes llaman “América”, la cual recibió por parte de Leif Ericsson el nombre de “Vinland”, lo que significa tierra de viñedos.
Esa fue nuestra edad de oro, de ahí en adelante comenzó la decadencia, con la derrota en 878 por el rey Wessex Alfredo, con la cual se perdió la mitad de Britania.
En el 885 logramos nuevamente saquear París, y nuevamente para que la ciudad no quedara totalmente en ruinas, el mismísimo rey pagó rescate por su ciudad y nos “autorizó” a saquear las tierras de la costa, como si él fuera el verdadero soberano de las aguas.
Sin embargo, a pesar de esta victoria, en 888 Alain derrotó el último bastión de nuestro pueblo que quedaba en Bretaña.
En 911 uno de nuestro guerreros mas conocidos, puesto que había incursionado en el Sena decenas de veces y en ellas saqueado Ruan y otros pueblos aledaños, se dirigió hacia Paris, y el rey de Francia, al ver que era imposible ganar contra los dueños del mar, le ofrece a éste un trato con el cual debería defender las costas de Francia a cambio de los terrenos de Normandia Aquel traidor se vendió y traicionó a su pueblo, jurando lealtad al rey y además, convirtiéndose a la religión de los débiles y cobardes, el cristianismo.
Así, lentamente, nuestras grandes hazañas empezaron a ser olvidadas, pero en 1014 logramos volver a tomar posesión de Britania, pero los Ingleses, habiendo aprendido de sus derrotas anteriores, se tomaron su tiempo para preparar su contraataque, y en 1064 con un masivo ataque, tomaron de vuelta Britania, y de paso mataron a mi señor, Harald Hardraade, quien en su lecho de muerte, me encomendó pasar el legado vikingo a las próximas generaciones. Aunque ustedes, cristianos, no me creerán, después de que el fiero Harald muriera, el cielo se volvió brillante debido al brillo de las armaduras de las Valkirias, las cuales habían venido a buscar a mi señor para llevarlo al palacio de Odín: el Valhalla.
Finalmente, debido a que nuestro soberano llenó su mente con las venenosas ideas de aquel que llaman cristo, convirtió nuestra tierra natal a su religión, acabando definitivamente los actos de honor, valentía y gloria que abundan en nuestra sangre, y aniquiló el rasgo característico que nos hizo ser temibles guerreros.
De esta manera, oh forastero, cuéntale al mundo nuestras proezas, para que alguien que lleve en su sangre nuestro linaje, despierte y muestre a los hijos de Odín la gloria del Valhalla.

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